Come
cinco frutas y verduras diarias, bebe dos litros de agua al día... A
diario, recibimos mensajes sobre qué debemos comer o tomar para
sentirnos mejor. Al mismo tiempo, se nos recomienda vigilar las
grasas, las calorías, etc. Pero hay comidas que ponen de acuerdo a
todos los nutricionistas y que les hacen proclamar que, ya que nos
ponemos, mejor dejarlos para siempre. Es decir: no volver a tomarlos
jamás, never never. Aquí van siete que son el maligno.
Tortas
de arroz:
Las
tortitas de arroz no son lo que parecen... Nacidas como alternativa a
las bolsas de patatas fritas, durante un buen tiempo nos las colaron:
veíamos a ejecutivas delgadas y atractivas con su botella de agua y
su paquetito de tortas de arroz tecleando en el ordenador y
pensábamos, míralas a ellas, cómo se cuidan. Pues no: almidón
concentrado, calorías por un tubo y glutamato monosódico cuando se
trata de versiones con sabores. Casi nada.
Refrescos
con gas:
¿Serías
capaz de pasarte el resto de tu vida sin tomar un refresco? Harías
bien porque cada lata incluye seis cucharadas de azúcar, lo que
descabala la ración diaria recomendada de azúcar para cualquiera.
Además, son agresivos con nuestras piezas dentales hasta más no
poder. Imagínate: desdentado y con 20 kilos más. No parece un
panorama muy halagüeño.
Salsa
de soja:
Solemos
pensar que ir a comer a un restaurante japonés es lo más sano del
mundo. Pues bien: no lo es tanto por varias razones. En primer lugar:
por la cantidad de arroz que nos metemos entre pecho y espalda pero
hay más: la salsa de soja que suele estar en la mesa contiene sal en
cantidades épicas. Una cucharada tiene, más o menos, la mitad de la
cantidad que necesitamos a diario. Brutal.
Bebidas
energéticas:
Es
evidente que nunca han estado entre las bebidas más saludables
conocidas por el ser humano pero, ojo, porque la cosa es peor de lo
que pensábamos. Además de su alto contenido en azúcar y de su
elevado nivel de cafeína, los expertos advierten que se trata de
productos relativamente nuevos, por lo que sus efectos sobre la salud
a largo plazo aún son desconocidos.
Té
en lata:
Uno
de los grandes fraudes son los tés industriales que se venden en
botella o en lata y que solemos tomar como alternativa a los
refrescos creyendo que son más sanos. Aunque en nuestra mente sea
así, en realidad son bebidas con el mismo o más azúcar que los
clásicos de naranja o de cola. Con lo fácil que es prepararlo en
casa y dejarlo en la neverita para cuando empiecen los calores...
Frosting:
Lo
reconoceréis porque se trata de esos pegotes de colores que adornan
tartas, cupcakes y demás dulces. Esos chorongos de colorines, como
salidos del ano de un unicornio, son básicamente azúcar en forma
viscosa. No es que apostáramos porque estuvieran hechos de acelgas,
pero es que comer un poco de frosting supone disparar nuestros
niveles de glucosa en sangre al infinito y más allá. Además, ¿qué
necesidad hay de tomarlo?
Chocolate
blanco:
Cada
vez que se publica algún estudio sobre los beneficios del cacao, el
chocolate blanco intenta colarse ahí, diciendo que él también está
invitado a la fiesta de los chocolates saludables. Aquí no hay
cacao, tan solo manteca con aroma a él. El resto es azúcar, puro
azúcar que está en una proporción tremebunda: 12 cucharaditas por
cada tres onzas. Tremendísimo.
Fuente:
http://www.cocinatis.com/…/siete-comidas-que-deberias-volve…
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